POSIBLES ACTIVIDADES



  • Encuentro de Clubes de Lectura de la provincia de Almería, desde nuestro club se propusieron varios autores.


  • Viaje a la Feria del Libro de Almería.


  • Lectura del "Segundo hijo del mercader de seda" de Felipe Romero y realizar la ruta literaria que de esta novela se puede hacer en Granada.



LA OFENSA - RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN

Esta novela nos ha dejado un poco desconcertados, incluso el final, no sabíamos si había muerto el protagonista o no, incluso tuvimos que recurrir a un diccionario para traducir las últimas palabras en alemán, lo que nos sacó de dudas.
Comentamos el estado catatónico en el que queda el protagonista y cómo esto ya le marcará para siempre, incidiendo de forma directa en el devenir de la novela.
Esperamos pasar mejores ratos con la lectura de la novela que durante el próximo mes tendremos entre ojos.

RESEÑA SACADA DE INTERNET (http://www.literaturas.com/v010/sec0703/libros_resenas/resena-01.htm)

GRANDES PREGUNTAS
En enero de 2006, Jesús Badenes, director general de librerías del grupo Planeta, anunció, ante los estudiantes del Máster de Edición de la Universidad Autónoma de Barcelona, un desolador pronóstico: “el libro tiende a ser visto cada vez más como entretenimiento y no como bien cultural”. La separación, cada vez más acusada, entre estos dos aspectos que opone Badenes, empuja al mundo literario a un maniqueísmo que beneficia a iniciativas sectarias y endogámicas, mientras que perjudica al camino más seminal e independiente de la escritura: aquél que en su texto, “Un narrador en la intimidad”, Roberto Bolaño define con lucidez: “En mi cocina literaria ideal vive un guerrero, al que algunas voces (voces sin cuerpo ni sombra) llaman escritor. Este guerrero está siempre luchando. Sabe que al final, haga lo que haga, será derrotado. Sin embargo recorre la cocina literaria, que es de cemento, y se enfrenta a su oponente sin dar ni pedir cuentas”.
Visto lo visto, es un alivio saber que, un año después de los augurios del señor Badenes, una editorial - Seix Barral – perteneciente al grupo que él representa, haya decidido publicar una novela como “La ofensa”, del asturiano Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971). “La ofensa” no nace de ese costumbrismo sentimental y ramplón que campa a sus anchas por la novela española actual; ni tampoco de esa narrativa pop y chisposa que se cree a sí misma provocativa y epatante. No, nada de eso. La escritura de Menéndez Salmón surge de donde ha surgido siempre la mejor literatura: de la necesidad de responder a las grandes preguntas que plantean la vida y el mundo en que vivimos. De esa misma necesidad surgen las obras de autores como Kafka, Onetti o Faulkner, referentes (entre otros) reconocidos por el autor asturiano y vislumbrados en las páginas escritas por él.
En el capítulo que cierra la primera parte de las 3 que componen la novela, el narrador se hace una serie de preguntas trascendentes a la vez que decisivas para Kurt, el protagonista de “La ofensa”. Preguntas que uno no puede dejar de ver como vitales para el nacimiento de la novela: “¿Cómo reacciona el cuerpo de un hombre ante la presencia del horror? (...) ¿Pero puede un cuerpo dimitir de la realidad? (...) ¿Puede un cuerpo olvidarse de sí mismo?” Así pues, en un intento de responder a esas preguntas, “La ofensa” relata la crónica de un viaje iniciático y terrible: el de su protagonista Kurt (llamado así en claro homenaje al Kurtz de Conrad, otro maestro indiscutible), un pacífico sastre pequeñoburgués, hasta el corazón oscuro del nazismo desde que es reclamado a filas por el ejército alemán. Salmón nos narra con clarividencia cómo el horror se las arregla para ser natural entre la ciudadanía. Es imposible, a este respecto, no recordar al arquitecto oficial del III Reich, Albert Speer, cuando en sus memorias reconoce lo fácil que era en los inicios simpatizar con la causa de Hitler. Una vez atrapado Kurt en la telaraña nazi, lo que Salmón nos ofrece es un magnífico ejemplo de integración entre bien cultural y entretenimiento. Sin embargo no dejará nunca de ser ésta una discusión bizantina, pues lo realmente importante en “La ofensa” es la confirmación de un autor que labrándose libro a libro (“Los arrebatados”, “Los caballos azules” o “La noche feroz”) y premio a premio (“Juan Rulfo” o “Casino de Mieres”) ha desembocado en una escritura rigurosa y arriesgada (oficio y arte) y que esquiva y se resiste a ese diagnóstico tan certero que el crítico Ignacio Echevarría describe en su libro “Trayecto”(Editorial Debate): La narrativa de un país, en sus capas más visibles, se nutre en su mayor parte de libros más o menos convencionales que satisfacen las expectativas de una mayoría de lectores educados pero no demasiado exigentes, para los que la literatura es sobre todo una vía de esparcimiento. Son libros a menudo honestos, escritos con decoro por profesionales del oficio que aciertan a conectar con una sentimentalidad más o menos estereotipada, cultivando la sensibilidad del lector y, acaso, dilatando el territorio de la misma, a fuerza de interesar a ese lector por ciertas complejidades del corazón, ciertas retorceduras en las conductas humanas, ciertos malentendidos en las relaciones de pareja, determinados hechos del pasado, algunas cuestiones candentes de la realidad social en la que vive.
Si volvemos a los avatares de Kurt y, en concreto, a la resolución definitiva de su experiencia, comprobaremos la capacidad de Menéndez Salmón para evitar coqueteos y amabilidades con el lector. Es tal el peso de las grandes preguntas que acaban imponiendo, en nuestro afán por responderlas, una perseverante inquietud y un continuo desasosiego. Sin embargo, de ambas sensaciones se alimentan la rabia y el deseo por escribir. “La ofensa” deja en quien la lee una huella enigmática y desasosegante. De la misma naturaleza que “El corazón de las tinieblas” del ya citado Conrad y que “Estrella distante” del también mentado Roberto Bolaño.

EL BAILE DE LA VICTORIA de ANTONIO SKÁRMETA



Esta novela ha gustado, salvo alguna excepción, a la mayoría de los miembros del Club de Lectura.


Una historia redonda, llena de guiños, donde el amor, la lealtad, la trampa, el juego, la lluvia y el humor, se conjugan con una trama perfectamente hilada y efectiva. Personajes entrañables. Sabrán los jueces sus motivos, en lo que toca a quien firma esta reseña, justificadas razones hubo para este Premio Planeta 2003.


No es preciso extenderse sobre la calidad narrativa de Antonio Skármeta, sobre el valor de su literatura, ya se han escrito sendas páginas al respecto, y sobre sus honores y medallas los lectores ya tienen bastante material.
Skármeta conoce su labor, sabe cuáles son las cuerdas que hay que tocar en la partitura de una novela y no cabe duda que en ésta, marcó los acordes precisos. "El Baile de la Victoria", es una buena historia, bien narrada, con personajes que atrapan no sólo la atención del lector, sino sus sentimientos, a Ángel Santiago, Nicolás Vergara Grey -el pillo joven y brioso, y el maestro del robo que quiere rehacer su vida- y a Victoria Ponce, "la Victoria", es imposible no quererlos, no justificarlos, no desear que todo les resulte como si esto fuera un sueño y no una novela (en los sueños ideales las cosas resultan como uno quiere, en una novela, que todo resulte como el lector quisiera es error; la convierte en un acto predecible). Los personajes secundarios son tan efectivos como los otros, al alcaide se lo detesta, al asesino que accede a trocar un mes de clandestina libertad a cambio de la vida de nuestro Ángel, se los repudia, y así, amor y odio, dependiendo de la calaña de cada cuál.
Ángel Santiago y Vergara Grey son liberados por una especial amnistía de la cárcel. Sobre el primero, joven y apasionado, soñador y valiente, pesa una condena. Sobre el segundo, mayor y con una reputación de héroe del robo, maestro de maestros, el dolor del rechazo de su mujer y la consciencia de la imposibilidad de lograr una vida limpia de cargos, su fama no se lo permite. ¿Qué los une? Un mapa, el detalle del golpe perfecto, un regalo enviado a Vergara Grey por el Enano desde las entrañas de la penitenciaría, un golpe que sólo puede ser realizado por él en compañía de Ángel Santiago. Victoria Ponce, una joven delgada y bella expulsada del liceo, estudiante de ballet que sueña con llegar a bailar en el Municipal, hija de una de las últimas víctimas de la dictadura militar, es quien completa el trío; lo completa para imprimirle un sentido nuevo a la tácita alianza entre los dos ex convictos.
"El Baile de la Victoria", con sus besos a Gabriela Mistral y los Sonetos de la Muerte, con sus saludos de rigor a Shakespeare, sus guiños lúcidos y lúdicos, y sus páginas repletas de Santiago -con olor a completo (hot dog para algunos) y calles pestilentes, y matutinos llenos de verdades a medias o pseudo mentiras-, es una novela que funciona de maravillas y que se hace francamente querible, sin importar que a algunos les moleste la evidente utilización de las claves del éxito literario que Skármeta imprimió en ella. En lo que a esta lectora respecta: una buena historia, una impecable narración; un deleite.