MANIFIESTO POR LA LECTURA - 2009 - EMILIO LLEDÓ

Día del Libro – 2009
MANIFIESTO POR LA LECTURA

Como si una voz nos dijera “No estéis dormidos”. El sueño, el descanso,es imprescindible para la vida, igual que la amistad que decía el filósofo. Pero para dormir, para amar, hay que saber estar despiertos y despiertos quiere decir estar en la luz. La luz nos enseña el mundo, nos alumbra y también nos guía, nos presenta las formas de las cosas y, en el fondo de nuestra existencia, hace relucir ese maravilloso y sorprendente descubrimiento de la ideas. Tener ideas es una forma suprema de humanidad, un ejercicio de clarividencia. Tener ideas es tener vida, tener la mente abierta para entender, para entendernos a nosotros mismos.
El mundo ante los ojos y en la luz nos ofrece múltiples objetos, cosas, para tocar, para construir, para transformar. Pero hay un objeto privilegiado, una cosa, a la que llamamos libro y que tiene el poder de transformarnos. El ser humano es, efectivamente, el animal que habla y que en muchos casos puede recoger eso que habla en escritura. El habla es un soplo significativo que desaparece nada más pronunciado. Desde no hace mucho tiempo ese aire semántico puede guardarse por diversos procesos tecnológicos, pero todo ello es ya muy distinto de la escritura, de las páginas de un libro. El tiempo del que escribe y, por supuesto, el tiempo de lo escrito, requiere reposo, reflexión en la soledad, con la esperanza de que alguien posará sus ojos sobre esas líneas y, como en los surcos de la tierra, hará fructificar ideas, sentimientos, deseos.
Eso que llamamos cultura occidental se sustenta y pervive gracias a esos millones de páginas donde se inmortaliza y se hacen eternas las experiencias de los seres humanos. Una soledad terrible si no tuviéramos las palabras; una soledad infinita si no tuviéramos la escritura, si no fuera posible esa maravillosa amistad, ese diálogo siempre inacabado que los libros nos ofrecen.



Tal vez no somos conscientes del regalo que significa la escritura: el poder, por ejemplo, dialogar con Homero, con Platón, conCervantes, con Shakespeare, con Goethe, con Galdós, con Machado, con Lorca… con todas esas miles de voces que nos han obsequiado las letras. Tendríamos que agradecer a los grandes escritores que nos siguen acompañando a lo largo de la existencia esa posibilidad de iluminarnos, de enriquecer nuestra sensibilidad y, con ello, nuestras ideas, nuestras visiones del mundo y de la vida. Una riqueza superior a cualquier otra, porque lo que verdaderamente somos está en nuestra mente y ella es la única que nos puede abrir las puertas de la siempre difícil felicidad. En el mundo de la miseria, de la desinformación, de la crueldad y las injusticias, los libros nos permiten entrever ese otro mundo de las ideas, de los ideales que deben alimentar la democracia y que es una función de amistad hacia los otros. Es cierto que ello requiere un cambio de valores, un principio de generosidad y filantropía, y ese principio arranca de los libros y la lectura y, por supuesto, de una política democrática capaz de crear las instituciones para que esa educación se haga posible.
El acto de leer es salir del pobre, monótono, vacío diálogo que arrastramos con nosotros mismos y abrirnos a infinitos paisajes nuevos, a mundos insospechados donde comenzamos a respirar el soplo de la solidaridad y amistad. Es cierto que la vida se encarrila en las líneas de un oficio, una profesión, una determinada tarea y, a veces no podemos detenernos, parar un instante, apearnos en una estación distinta de aquella que nos asignó el destino que no pudimos elegir y con el que hemos identificado cada vida individual. Por la monotonía de semejante trayectoria, el cerebro acaba agrumándose, resecándose.
La lectura es la mejor posibilidad de abrir otras salidas, de escapar a la miseria mental, a la pobreza intelectual. Con la lectura iniciamos el diálogo inacabable con quienes hablaron antes que nosotros, con quienes nos escribieron para que percibiéramos, en ese lenguaje el soplo de la solidaridad, de la humanidad, de la eternidad.

Emilio Lledó

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WILT - TOM SHARPE



Algunos de los comentarios:
"Me costó entrar"
"Al principio estaba descolacado, un poco raro, pero acabó engachándome".
"En ciertas fases del libro me preguntaba a mi misma: ¿será verdad que yo estoy leyendo esto".
"Me he reído en muchos momentos de la lectura ".
Después de los últimos libros en los que moría alguno de los protagonistas, en esta se empeñan en que el protagonista ha asesinado a su mujer... pero, la verdad es tan inverosimil, que lo que cuenta a la policía, aún siendo la verdad no es creíble...
En muchas ocasiones lo que ocurre es tan absurdo, que es demasiado absurdo como para no ser verdad.
ALGÚN COMENTARIO SACADO DE INTERNET
Hoy quería hablarle de un libro que probablemente haya visto en alguna lista de éxitos de ventas. Eso, por sí solo, no implica que sea bueno... Hoy por hoy, la mercadotecnia consigue que se vendan productos, digamos, de poca calidad. Por eso le hablo casi siempre de libros publicados hace mucho tiempo. Si aún vale la pena leerlos, es que no son "best-sellers", sino clásicos.
No hace tantos años que apareció este "Wilt", pero es uno de los libros más salvajemente cómicos que he leído y eso, sin más, es razón suficiente para recomendárselo.
Le voy a contar el principio. El protagonista da clases en un Instituto de Formación Profesional que adereza su plan de estudios con unas pizcas de "Humanidades". Le corresponde la ingrata tarea de enseñar literatura a personas que no sienten el más mínimo interés por leer. Los aprendices de carnicero, de fontanero o de electricista son bastante refractarios, pero curiosamente los peores son los alevines de impresor.
Podría creerse que las obvias frustraciones que le causa su profesión están contrapesadas por las alegrías de su vida privada. Lejos de ser así, su matrimonio con Eva no marcha bien. Ella no es exactamente mala, pero quizá no acaba de ser la persona adecuada para compartir casa con Wilt. Cada día soporta peor sus cambios constantes para seguir la última moda en "hobbies", religión o cualquier cosa de las que "se llevan", y empieza a imaginarse un parricidio. Lo medita mientras pasea a su perro Clem.
Nada hace creer que este encantador panorama pueda sufrir variaciones... Un día Eva conoce a los Pringsheim, una original pareja de americanos, que la inician en todo un abanico de nuevas posibilidades. Invitan al matrimonio Wilt a una fiesta. En ella se producen algunos pequeños incidentes, en la línea de aquel "Guateque" que hizo Peter Sellers, pero más bestias. También aparece Judy, una muñeca hinchable, que jugará un cierto papel en la historia.
A causa del malestar que le produce la situación, Wilt abandona el lugar, deja allí a Eva y se marcha a dar una vuelta. Al llegar a casa, encuentra una nota de su esposa, que le comunica que se va de viaje con los Pringsheim. Como se ha acabado el papel higiénico, la emplea para el uso que suele darse al mismo, arrojándola después al inodoro.
Y aquí empiezan sus problemas. Eva ha desaparecido, pero él no puede demostrar que está con los Pringsheim. Cuando la policía empieza a investigar, lógicamente sospechan que la ha asesinado. Una hipótesis que todas las pruebas circunstanciales parecen fundamentar. El inspector Flint comienza el interrogatorio del sospechoso, pero el pobrecillo no sabe que nuestro hombre, después de diez años entre sus alumnos de Formación Profesional, es mucho más duro de pelar de lo que parece.
Bueno, ya está usted al tanto de la trama. Un buen narrador puede sacarle mucho jugo. Sharpe lo hace, con la gracia de que usted siempre está al tanto de todo lo que pasa. En cambio, los personajes están a oscuras...
En mi modesta opinión, y en las de las muchas personas que lo han comprado, supongo, Sharpe ha dado al mundo ese gran don que es un libro verdaderamente cómico. No es recomendable leerlo en lugares públicos, porque nos hemos vuelto tan raros que ver reír a la gente llama la atención. Y no podrá usted contener las carcajadas, se lo garantizo...