EL BAILE DE LA VICTORIA de ANTONIO SKÁRMETA



Esta novela ha gustado, salvo alguna excepción, a la mayoría de los miembros del Club de Lectura.


Una historia redonda, llena de guiños, donde el amor, la lealtad, la trampa, el juego, la lluvia y el humor, se conjugan con una trama perfectamente hilada y efectiva. Personajes entrañables. Sabrán los jueces sus motivos, en lo que toca a quien firma esta reseña, justificadas razones hubo para este Premio Planeta 2003.


No es preciso extenderse sobre la calidad narrativa de Antonio Skármeta, sobre el valor de su literatura, ya se han escrito sendas páginas al respecto, y sobre sus honores y medallas los lectores ya tienen bastante material.
Skármeta conoce su labor, sabe cuáles son las cuerdas que hay que tocar en la partitura de una novela y no cabe duda que en ésta, marcó los acordes precisos. "El Baile de la Victoria", es una buena historia, bien narrada, con personajes que atrapan no sólo la atención del lector, sino sus sentimientos, a Ángel Santiago, Nicolás Vergara Grey -el pillo joven y brioso, y el maestro del robo que quiere rehacer su vida- y a Victoria Ponce, "la Victoria", es imposible no quererlos, no justificarlos, no desear que todo les resulte como si esto fuera un sueño y no una novela (en los sueños ideales las cosas resultan como uno quiere, en una novela, que todo resulte como el lector quisiera es error; la convierte en un acto predecible). Los personajes secundarios son tan efectivos como los otros, al alcaide se lo detesta, al asesino que accede a trocar un mes de clandestina libertad a cambio de la vida de nuestro Ángel, se los repudia, y así, amor y odio, dependiendo de la calaña de cada cuál.
Ángel Santiago y Vergara Grey son liberados por una especial amnistía de la cárcel. Sobre el primero, joven y apasionado, soñador y valiente, pesa una condena. Sobre el segundo, mayor y con una reputación de héroe del robo, maestro de maestros, el dolor del rechazo de su mujer y la consciencia de la imposibilidad de lograr una vida limpia de cargos, su fama no se lo permite. ¿Qué los une? Un mapa, el detalle del golpe perfecto, un regalo enviado a Vergara Grey por el Enano desde las entrañas de la penitenciaría, un golpe que sólo puede ser realizado por él en compañía de Ángel Santiago. Victoria Ponce, una joven delgada y bella expulsada del liceo, estudiante de ballet que sueña con llegar a bailar en el Municipal, hija de una de las últimas víctimas de la dictadura militar, es quien completa el trío; lo completa para imprimirle un sentido nuevo a la tácita alianza entre los dos ex convictos.
"El Baile de la Victoria", con sus besos a Gabriela Mistral y los Sonetos de la Muerte, con sus saludos de rigor a Shakespeare, sus guiños lúcidos y lúdicos, y sus páginas repletas de Santiago -con olor a completo (hot dog para algunos) y calles pestilentes, y matutinos llenos de verdades a medias o pseudo mentiras-, es una novela que funciona de maravillas y que se hace francamente querible, sin importar que a algunos les moleste la evidente utilización de las claves del éxito literario que Skármeta imprimió en ella. En lo que a esta lectora respecta: una buena historia, una impecable narración; un deleite.

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