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El libro se te ofrece, pero no te retiene. Su compañía siempre es prudente. Cuando tú lo quieras puedes dejarlo. El gesto es sencillo: levantas la vista miras al infinito. Y aunque el infinito quisiera retenerte, regresas y recobras lo que estaba a tu lado: el árbol, el jardín, la mesa con sus utensilios, el pan, el vino, los rostros que siempre te acompañan, tu familia, tus amigos.
Cierras el libro y abandonas el silencio. Pero el silencio de la lectura ya no te abandona, va contigo, te habita. Ahora estás en tu centro y la vida posee un pálpito distinto.
Eliacer Cansino
(Extracto de la ALOCUCIÓN CIUDADANA POR LA LECTURA, 16 de Diciembre de 2008, DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA).
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